Poco fue, lo que tardamos en conectarnos, nuestras miradas se cruzaron a tiempo y enseguida nos entregamos.
Cuando llegamos a Uspallata, ya sabiamos que eramos un equipo.
Jugamos bajo la luna y las estrellas, que brillaban incandescentes.
Nos falto el aire, siguiendo el camino del Inca.
Fue mucho el asombro, al sentir que cerca se puede estar del cielo.
El Aconcagua nos hizo muy chiquitos.
Aprendimos a contar hasta cuarenta con mucha resposabilidad.
Nutrimos a nuestras almas con esas charlas enriquecedoras.
Probamos cuanto pueden gritar nuestros pulmones, al pasar debajo de los tuneles, muchos perdieron el miedo a la oscuridad.
Vimos a Jupiter y Urano, mas cerca que nunca.
Sentimos el agua helada, que alguna vez formo parte de las montañas.
Aprendimos mas, de las uvas.
Adrenalina pura, remando fuerte en el rio Atuel.
Armamos una pista de baile, en un catamaran muy especial.
Y mucho mas fue lo que vivimos, en una provincia que empezo siendo un desierto y ahora desborda de vida.
Tuvimos una despedida llena de lagrimas y alegrias, porque nos gusto formar parte del micro 2.
Nos encontramos y nos dejamos ver.
Gracias chicos.
Gracias equipo.
La Clota.